¿Qué aprendí?
Al realizar el ejercicio de metacognición mediante un juego, comprendí que pensar sobre cómo aprendemos es tan importante como el contenido mismo. Aprendí que cuando los niños reflexionan sobre lo que hicieron, cómo lo hicieron y qué sintieron, desarrollan una mayor conciencia de sí mismos como aprendices. También entendí que la metacognición no tiene que ser un proceso complicado; puede ser divertido, accesible y significativo cuando se presenta de forma lúdica.
¿Qué aspectos reconocí?
Reconocí que los niños disfrutan mucho más del proceso cuando se sienten parte activa del aprendizaje, y que el juego permite abrir espacios de expresión sincera. Vi que, aunque son pequeños, pueden identificar cuándo algo les costó trabajo, qué les gustó más y cómo podrían hacerlo diferente la próxima vez. Como docente, me ayudó a reconocer qué estrategias fueron más efectivas y cómo puedo mejorar mi intervención en futuras actividades.
¿Qué dificultad vi?
Una de las dificultades que encontré fue guiar a los niños para que expresaran sus ideas con claridad, especialmente a quienes les cuesta verbalizar lo que piensan o sienten. También noté que algunos aún no están familiarizados con este tipo de preguntas reflexivas, por lo que fue necesario acompañarlos muy de cerca. Sin embargo, con apoyo visual (caritas, tarjetas, objetos del juego), se logró una participación más activa.
https://kahoot.it/challenge/02877637?challenge-id=3afadb28-af76-486a-879d-c362db3891f4_1749937195698
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